Así lo aseguró el presidente de la confederación de los comerciantes de hidrocarburos, Isabelino Rodríguez, al referirse a los niveles de actividad del sector en enero y febrero.
La recesión se profundiza. Como ya destacamos desde este espacio, es parte de un plan económico que pretende estabilizar la economía con el efecto disciplinante de la crisis. El objetivo: lograr superávit fiscal en tiempo récord. Mientras tanto, la recesión se advierte en los comercios que venden menos, las unidades productivas que planifican su año a la baja y también en los surtidores. El expendio de combustible, parámetro clave para conocer la profundidad de la contracción económica, arroja balances negativos.
“Hay una menor demanda en las estaciones de servicio”, informó al ser consultado por La Nueva Mañana, Isabelino Rodríguez, presidente de la confederación que nuclea a los comerciantes de hidrocarburos (Cecha). Tal es así que entre enero y febrero las ventas se contrajeron en promedio “entre 15 y 20 por ciento”, destacan en el sector. Se trata de la mayor contracción de la demanda de hidrocarburos desde la salida de la pandemia. Además, se observa un cambio en la modalidad de consumo, en donde por el deterioro del ingreso el consumidor “migra” de productos premium “hacia naftas y gasoiles grado dos”, explicó el dirigente empresario.
Más aumentos en los precios para abril y mayo
Que se demande menos volumen de combustibles significa menos traslados, viajes, movimientos de mercadería y menos producción. Sin embargo, la depresión de la demanda no significa que el precio también se contraiga, contrariamente hay previstos aumentos para abril y mayo resultado de la sed recaudatoria del gobierno libertario. Esto obedece a que la actualización del impuesto a los combustibles líquidos aplicada por la Casa Rosada explica la última suba y también las que vendrán.
El 1 de marzo pasado, una nueva suba del gravamen terminó encareciendo el precio de la nafta entre un 4 y 5%, llevando así el valor del litro de la nafta súper a 923 pesos en la ciudad de Córdoba. Según la evolución de precios de la cámara de comerciantes de hidrocarburos, en la Capital Federal la nafta súper subió más de 150% desde noviembre del año pasado a esta parte.
¿Hay más aumentos en agenda además de los ya anunciados? Si bien los próximos aumentos son responsabilidad exclusiva del gobierno anarco capitalista, si el dólar oficial se mueve o si lo hace el precio internacional del combustible también habrá nuevas correcciones del precio. De lo contrario, explican en el sector, el precio quedaría atrasado y desde el gobierno no quieren que esto ocurra.
Por la crisis, cae la recaudación vía impuesto a las naftas
Lo que ocurre con las naftas es una postal del estado de situación de la economía, no solo porque da cuenta de la depresión del consumo, sino porque también evidencia la inconsistencia del plan económico. En donde vemos que, por un lado, en su afán de recaudar y lograr superávit en la cuenta fiscal aumentan el impuesto a las naftas, el cual se traslada a surtidor elevando un precio clave de la economía como lo es el combustible. Esto tiene efecto inflacionario en múltiples precios. Consecuentemente, el resultado no es otro que el de alimentar el principal factor recesivo: la perdida de poder de compra de los ingresos.
Asimismo, por otro lado, como la caída del consumo tiene efecto contrario al deseado en materia de recaudación se contraen los recursos fiscales generados mediante el impuesto a los combustibles. En efecto, se dificulta el objetivo fiscal. Tal es así que en el acumulado enero-febrero, la recaudación vía combustibles cayó en torno a 60%, de acuerdo a reportes del Instituto Argentino de Análisis Fiscal. La ecuación es sencilla, se consume menos, por tanto, en igual sentido se recauda menos por esas vías asociadas a la venta directa.
Un superávit de dudosos fundamentos
“Vamos Toto. El déficit 0 no se negocia”, decían con júbilo desde la Casa Rosada una vez conocido el dato de enero. A las cuentas públicas entraba más dinero que el que salía para atender los gastos corrientes (o parte de ellos). Sin embargo, todo parece indicar que ese superávit menguó en febrero y en los próximos meses ya pasaría a estar en rojo. El gobierno se juega mucho en estos balances y si bien festejaron en enero, cierto es que en seis de los últimos diez años hubo superávit primario al comenzar el año. ¿Se apresuraron a cantar victoria?
El gobierno tiene la necesidad de mostrar datos que den cuenta que están en la dirección correcta, que en sus términos es: ordenar la distorsión de precios relativos y lograr recaudar más de lo que gasta para estabilizar la economía. Hasta el momento, parte del objetivo lo estaba logrando de la mano de: licuación de jubilaciones (actualizaciones muy por debajo de la suba de precios), recorte a la obra pública, reducción de los giros a las provincias e interrupción de las transferencias de los fondos para la generación y transporte de energía. Un superávit de dudosos fundamentos.
Dejando de lado las triquiñuelas inconsistentes, los mecanismos con los que el gobierno busca cerrar el déficit son recesivos y al estar la estructura tributaria atada al nivel de actividad dificultan lograrlo. La caída de la producción industrial, el desplome del consumo y el aumento de la desocupación son factores que comienzan a preocupar, incluso, hasta los que el presidente legitima. Por caso, el ex ministro de economía Domingo Cavallo sugirió al gobierno en una entrevista televisiva que debe atenuar “atenuar el efecto recesivo” de sus medidas.
Fuente: La Nueva Mañana